¿QUÉ ES LA APOLOGÉTICA?

La apologética puede definirse en pocas palabras como la defensa de la fe cristiana. Sin embargo, la sencillez de esta definición enmascara la complejidad del desafío para definir la apologética. Se han tomado una variedad de enfoques para precisar el significado, el alcance y el propósito de la apologética.
«Apologética» deriva del término griego apologia, que se aplicaba originalmente a un discurso de defensa. En la antigua Atenas, se refería a la defensa que tenía lugar en el tribunal como parte de un procedimiento judicial. Después de la acusación, se le permitía al acusado refutar las acusaciones con una defensa (apologia). El ejemplo clásico de una apología es la defensa de Sócrates contra la acusación de que predicaba dioses extraños. Platón, su discípulo más famoso, plasmó esa defensa en el diálogo titulado La apología.
El griego apologia aparece 17 veces en el NT, como sustantivo y como verbo, y en todos los caso puede traducirse «defensa» o «vindicación». La idea de presentar una defensa razonada de la fe resulta evidente en Fil. 1:7,16, y especialmente en 1 P. 3:15, si bien en el NT no aparece una teoría específica sobre la apología.
En el siglo II este término, con el sentido general de «defensa», comenzó a tener un significado más limitado y se refería a un grupo de escritores que defendía las creencias y las prácticas del cristianismo contra diversos ataques. A estos hombres se los llamaba apologistas a causa del título de algunos de sus tratados, aunque al parecer fue en 1794 que comenzó a usarse la palabra para designar una disciplina teológica específica.
Ya es costumbre usar la palabra apología para describir un esfuerzo o una obra concreta en defensa de la fe. Puede tratarse de un documento escrito, de un discurso O aun de una película. Los apologistas elaboran su defensa de la fe cristiana en relación con asuntos científicos, históricos, filosóficos, éticos, religiosos, teológicos y culturales.
Podemos diferenciar cuatro funciones de la apologética, si bien no todos coinciden en que esta disciplina incluya las cuatro. Más allá de las opiniones, las cuatro funciones han sido históricamente importantes en la apologética, y cada una de ellas ha sido representada por excelentes apologistas cristianos a lo largo de la historia de la iglesia.
La primera función podemos llamarla vindicación o prueba, y abarca la presentación ordenada de argumentos filosóficos, pruebas científicas e históricas de la fe cristiana. El objetivo es desarrollar una defensa positiva del cristianismo como sistema de creencia que debe ser acepta¬do. En sentido filosófico, esto significa extraer las implicaciones lógicas de la cosmovisión cristiana, de manera que puedan percibirse con claridad y contrastarse con otras cosmovisiones.
La segunda función es la defensa, y está más cerca del uso de la palabra apología en el NT y entre los primeros cristianos, en el sentido de defender el cristianismo contra la profusión de ataques realizados en cada generación por los críticos comprometidos con otras creencias. Significa clarificar la posición cristiana frente a interpretaciones y exposiciones equivocadas; responder a las objeciones, las críticas y las preguntas de quienes no son cristianos, y en general, despejar las dificultades intelectuales que según los incrédulos se interponen en su camino para aceptar la fe.
La tercera función es la refutación de creencias contrarias. Alude a la tarea de dar respuesta a los argumentos que presentan los no cristianos como respaldo de sus convicciones. La mayoría de los apologistas coincide en que la refutación no es suficiente en sí misma, ya que demostrar que una filosofía o religión no cristiana es falsa no prueba que el cristianismo sea verdadero. Sin embargo, es una función esencial de la apologética.
La cuarta función es la persuasión. Con este término, no nos referimos solamente a la tarea de convencer a las personas de que el cristianismo es verdad, sino también de persuadirías para que apliquen esta verdad a su vida. Esta función se concentra en conducir a los no cristianos hasta el momento del compromiso con Jesús. El objetivo del apologista no es simplemente ganar una discusión intelectual sino además persuadir a las personas a entregar ‘u vida y su destino eterno, y hacerlo por fe en el Hijo de Dios que murió por ellos.