LOS NÚMEROS EN LA BIBLIA

El lector moderno de la Biblia a menudo se extraña del uso de los números, especialmente en el AT. El mundo antiguo no usaba números en cada aspecto de la vida. La tecnología de la época no requería una precisión extrema, ni siquiera la fracción de decimales. La Biblia ha sido leída e interpretada detalladamente por una variedad de culturas a lo largo de más de 4000 años. En consecuencia, los lectores modernos leen estos textos antiguos a la luz de esta larga historia de interpretación. La manera en que otros han entendido los números de la Biblia influye en quien lee. ¿Cómo deben entenderse los números que encontramos en la Biblia? Deben interpretarse de la misma forma en que se entiende cualquier otra parte del texto bíblico: por cómo se los usa, y tomando en cuenta tanto el marco textual como el con¬texto cultural sobre cómo se usaban las cifras en las sociedades antiguas donde Israel vivió y con las que interactuó.
Asiria, Egipto, Grecia y Roma usaban el sistema numérico decimal. Es decir que los números se expresaban basados en el diez. (El término «número» se refiere a la entidad matemática de cantidad. «Numeral» alude al símbolo que se usa para representar un número). Los sumerios y los antiguos babilonios usaban el sistema sexagesimal basado en el 60, un sistema que nos resulta conocido porque lo usamos todos los días: la medición de la hora y la navegación usan el sistema sexagesimal, es decir, 60 segundos hacen un minuto, 60 minutos hacen una hora; 360 grados forman un círculo que puede subdividirse en 60 minutos/grados y 60 segundos/minutos. Los antiguos israelitas usaban el sistema decimal, al igual que sus vecinos inmediatos en Canaán. En general, las inscripciones más importantes del Israel primitivo expresaban los números mediante palabras <<diez» en lugar de «10», y lo mismo se observa en el AT. No encontramos casos en que se usen los símbolos, sino que todos los números se expresan en palabras. El uso más antiguo (aprox. 140 a.C.) del alfabeto hebreo para expresar numerales se encuentra en las monedas macabeas.
¿Cómo usaban los números los escritores bíblicos? Para contar objetos y personas. Para designar pesos, medidas y tiempo. Estaban familiarizados con la aritmética: la suma (Gn. 5:3-31; Nm. 1:20-46), la resta (Gn. 18:26ss) y la multiplicación (Lv. 25:8; Nm. 3:46ss). En el NT no se mencionan los procedimientos aritméticos. El uso frecuente de fracciones muestra un conocimiento básico de la división: mitad (Ex. 24:6), cuarta parte (Neh. 9:3; Ap. 6:8), un quinto (Gn. 47:24), un décimo (Nm. 18:26). Los números son importantes en los libros de Daniel, Ezequiel y Apocalipsis. En resumen, los escritores bíblicos usaban los números de manera literal, retórica y simbólica. Nunca de manera mística. Nos ocuparemos más abajo de cada uno de los usos.
Cuando la Biblia usa los números en la forma corriente, ¿significan lo que aparentemente significan? Algunos intérpretes suponen que, puesto que los escritores bíblicos eran «pre-científicos», los números no deben tomarse demasiado en serio. Sin embargo, esta premisa es errónea para muchas culturas no científicas, el registro de números puede considerarse con toda seriedad (por ej., las observaciones astronómicas de los babilonios o los registros administrativos de los antiguos egipcios). El uso numérico está estrechamente ligado a la cultura: algunos idiomas solo tienen los números «uno, dos, muchos», porque no necesitan más precisión. La sociedad moderna está saturada de números en todos los aspectos de la vida. El mundo antiguo no funcionaba de esa manera, no asignaban un número de identificación a sus ciudadanos, no numeraban las rutas, etc. Pero independientemente del nivel de desarrollo tecnológico, cada sociedad tiene que manejar números en un sentido real a fin de funcionar. En algunas, el sistema puede ser sencillo; en otras, demasiado complejo. La antigua Israel no era una excepción: había peajes e impuestos, y se hacían censos.
Los escritores bíblicos con frecuencia usaban números redondos, un dato que debe tomarse en cuenta cuando se discute la confiabilidad y la validez del relato bíblico. Por ejemplo, encontramos «un centenar» (y «100») como cifras redondas (Gn. 26:12; Lv. 26:8; 2 S. 24:3; Ecl. 8:12; Mt. 19:29), y también «mil» (Dt. 1:11; 7:9). La palabra «como» a menudo precede a los números redondos: «como tres mil hombres» (Ex. 32:28). En otros casos, algunos números que podrían interpretarse como cifras redondas, con frecuencia, tienen la intención de definir cantidades concretas: «mil monedas de plata» (Gn. 20:16). En general, uno debe considerar que un número no está redondeado a menos que haya razones para entenderlo así. Es más probable que se redondeen los números más grandes que los pequeños.
Se ha debatido mucho sobre el significado de los números elevados en la Biblia. Hay números grandes e indefinidos, y estos no presentan problemas interpretativos. Los números más altos que se registran son un millón (2 Cr, 14:9), millares de millares (Dn. 7:10), millones de millones (Ap. 5:11) y doscientos millones (Ap. 9:16).
La longevidad de los patriarcas prediluvianos ha sido comparada con la lista de reyes sumerios, cuyo lapso de vida se registra en decenas de miles de años. Si estos períodos han sido considerados «míticos», ¿por qué no considerar de la misma manera las edades de los patriarcas bíblicos? Después de todo, sabemos que los seres humanos rara vez viven más de 100 años, y ni hablar de 500 ó 1000. En realidad no sabemos. La lista de los reyes sumerios registra lapsos de vida de una magnitud bastante superior a los que se mencionan en la Biblia. Si ambos reflejan una tradición de la época prediluvianOS, tal vez expresan que esos antiguos vivían períodos extraordinariamente prolongados. Algunos han sugerido que la explicación podría estar en las condiciones ambientales; otros sugieren la proximidad que todavía guardaba la raza humana con su condición original sin pecado. No sabemos cómo explicar estos lapsos de vida aparentemente no viables. Lo que tenemos es un testimonio, la Biblia, que se ha demostrado fidedigna con demasiada frecuencia como para hacerla a un lado.
La Biblia registra que el número de varones capaces de portar armas durante el éxodo era de 603.550 (Nm. 1:46). A partir de esta cifra, se ha calculado en dos millones el número de los que salieron de Egipto. ¿Podía esa cantidad de personas sobrevivir en el desierto? La respuesta es no. Ni siquiera un centenar podría haber sobrevivido por sus medios. Se requería la provisión de Dios: esa región no era capaz de sustentar tal cantidad de nómadas, especial¬mente sin contar con los métodos y la tecnología moderna agrícola-ganadera. Fue necesaria la intervención activa de Dios en la historia física de Israel, para que el pueblo pudiera salir de Egipto y luego sobrevivir. Ese es el énfasis de la narración en Éxodo.
Hubo varios intentos de reducir los números reales del éxodo, interpretando el término hebreo eleph (<<mil»), como «capitán» o «familia, clan». Tenemos pruebas de que se usa el término de esta manera en Nm. 1:16; Jue. 6:15; 1 S. 10:19 y Mi. 3:9. Pero en las listas del censo en el libro de Números, las cifras de las tribus se calculan en términos de miles, cientos y medio centenar. Por ejemplo, Gad sumaba 45.650 (Nm. 1:25). Y el total de integrantes del ejército de Israel (Nm. 1:46) solo se obtiene si entendemos el término eleph en el sentido de «mil». Sea o no difícil de explicar, el significado del texto es claro.
Los números también se emplean en la Biblia con intención retórica. Se usan para expresar contraste en el paralelismo poético: «y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles» (1 S. 18:7). Quizás el caso más común sea el uso de la fórmula x… x + 1 para expresar progreso, intensificación, consumación o alguna especie de culminación: «Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Israel, y por el cuarto … » (Am. 2:6). Amós usó la frase en el contexto de una serie de juicios sobre los pecados de las regiones vecinas. Al utilizar la misma frase para Israel y Judá, estaba expresando: «Ustedes no son mejores que ellos» y, de esa manera, producía un impacto más fuerte en su audiencia. La fórmula x… x + 1 también se usa en el NT (por ej., Mt. 18:20). Quizás la interpretación más popular de los números en la Biblia es el de su sentido simbólico. A los números 1, 3, 5, 7, 10, 12 y 40, entre otros, se les han asignado diversos significados, tales como «unidad», «perfección», «consumación» y «generación». ¿De dónde surgen estas interpretaciones? Lo sorprendente es que un solo número en toda la Biblia es explícitamente definido como simbólico: «Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis» (Ap, 13:18). En ningún otro lugar se menciona que los números se hayan usado de manera simbólica. Cualquier otro sentido simbólico de una cifra debe ser inferido del propio texto bíblico mediante la evidencia de una asociación frecuente entre un número particular y un determinado concepto. El único candidato a una asociación de esa índole es el siete. Su uso es tan variado (siete días de la creación; siete años trabajó Jacob a cambio de Raquel; siete veces maldito el que matare a Caín; alabar a Dios siete veces por día, como en Sal. 119:164) que es difícil definir un significado coherente, aunque «totalidad» o «perfección» pareciera el simbolismo propuesto en la mayoría de los casos.
¿De dónde provienen los demás sentidos y casos de simbolismo que tradicionalmente se asocian? Las listas modernas de significados simbólicos de los números usados en la Biblia siguen en su mayoría el sistema de significados propuesto por Pitágoras, filósofo y matemático griego del siglo VI a.C. Famoso por el «Teorema de Pitágoras», también fundó un culto religioso a partir de la creencia de que el «mundo real» es el mundo de los números, y que estos explican por qué el mundo es como es. Especuló sobre las propiedades simbólicas y místicas de los números que dan origen a la teoría de los números. Sus ideas fueron adoptadas por los gnósticos en la era apostólica y posapostólica. Algunos de los primeros padres de la iglesia fueron influenciados por este enfoque de la interpretación bíblica. Ireneo (aprox. 140-200 d.C.) lo clasificó entre otras herejías: «No deberían realizarse investigaciones acerca de Dios por medio de números, sílabas y letras. l … ) El sistema no surge de los números, sino los números, de un sistema; tampoco Dios deriva su ser de las cosas creadas, sino que las cosas hechas derivan de Dios. Porque todas las cosas se originan de uno y el mismo Dios» (Contra las herejías, libro II: 25:1). Esta es una refutación directa a la metafísica de Pitágoras.
Hay un corto paso desde la actitud de buscar un significado simbólico en los números al de buscar en ellos un significado escondido. Después de la conquista de Palestina por Alejan¬dro Magno, las filosofías griegas empezaron a influir en el pensamiento judío. Por influencia de Pitágoras, surgió la Gematría judía, un sistema de interpretación que sostiene que hay un significado intencional pero oculto en el valor numérico de una palabra. Puesto que los griegos antiguos no tenían un sistema de escritura independiente para expresar numerales, utilizaban letras para ello. Las palabras podían dividirse en letras, y con el valor numérico de esas letras, podían realizarse operaciones matemáticas. A esos valores numéricos, se les otorgaba significados místicos a partir del sistema numérico metafísico de Pitágoras mencionado arriba. Los judíos aplicaron esos procedimientos a las palabras de la Biblia hebrea usando las letras del alfabeto hebreo como números, y sostenían haber descubierto el significado oculto y los mensajes que Dios se proponía dar a los fieles. Los padres de la iglesia se sintieron atraídos por esta forma de interpretación bíblica a causa del valor que parecía tener en la demostración de la verdad e inspiración de las Escrituras. De esta manera, la Gematría entró en los círculos cristianos y hoy todavía se practica.
No hay ninguna prueba histórica ni arqueológica de que alguna cultura haya usado letras en lugar de numerales antes de los griegos. Los escritores humanos del AT no hubieran contado con ningún modelo cultural ni literario que los motivara a escribir un mensaje codificado. No hay indicio en la Biblia de que haya algún mensaje codificado en las letras del texto. No había procedimiento ni operación matemática corriente en los tiempos en que se escribió la Biblia, que los escritores hubieran esperado que los lectores conocieran y usaran para des¬cubrir el sentido oculto. ¡La única conclusión posible es que para obtener un resultado coherente por este camino es necesario establecer primero el mensaje que uno desea encontrar! Entonces, usando la deducción matemática, se definirían los pasos necesarios para llegar a ese mensaje a partir de los valores numéricos del texto bíblico, de la misma manera en que uno intentaría demostrar un teorema según la teoría numérica.
Dios se propuso que Su mensaje de salvación para toda la humanidad fuera compresible para cualquier persona en el curso de la historia y en todas las culturas. Sin duda, a veces es difícil entender los números en la Biblia, y hay «misterios» sobre el futuro intencionalmente expresados en términos ambiguos o simbólicos. Pero en ningún momento, con la sola excepción de Apocalipsis mencionada arriba, se estimula al lector a recurrir a las matemáticas. Dios no nos habla en «código».